Apúlia

Los antiguos molinos de viento y las "recaudaciones" en pizarra, hoy casas de veraneo, anuncian la playa de Apúlia como"La arena suave, el mar sereno, las olas cariciosas, la llanura cubierta de “milharaes” (...)", como dice José Augusto Vieria en su “Minho Pitoresco” en XIX.

La playa de Apúlia, hoy, es conocida principalmente como zona de veraneo. Sin embargo, la bahía, dadas sus buenas condiciones naturales, fue usada desde la presencia romana en la Península, como lugar de carga de mercancías. Varias referencias medievales surgen en la documentación, probando la importancia agrícola de esta región. Cuando los desplazamientos a los baños, a las playas, entraron en los hábitos cotidianos, la playa de Apúlia ganó fama por los altos niveles de yodo registrados. De todas las localidades cercanas, Barcelos, Braga, Famalicão y Porto, los veraneantes pasaron a buscar a Apulia como destino de vacaciones. Actualmente, por esa razón y por la excelencia de la bahía, la playa de Apúlia continua invita a una temporada de vacaciones orientada al Atlántico. Los molinos de viento de esta playa son uno de los motivos de interés a visitar. Son molinos construidos en granito y esquisto, de planta circular y formato cónico, para aprovechar de la mejor forma el viento disponible. Actualmente estos molinos perdieron su función original, siendo utilizados como casas de vacaciones.

El mar fue siempre una fuente de riqueza a explorar. Aquí en Apulia, además de la sal y el pescado, la explotación del sargento fue una de las actividades agro marítimas de mayor expresión. Testigo de una época en que la recogida de ese producto era una faena importante son las carpas, montadas directamente sobre la duna, y donde se guardaban los utensilios de la recolección. La referencia más antigua que se conoce a esta actividad data del siglo XIII, cuando labradores del interior se quejan de un intento del arzobispo de Braga de prohibirlos de atravesar el cinturón de Apulia para llegar al mar. Más tarde, por el foral que dio a Póvoa de Varzim, D. Dinis reserva a los pobladores del lugar la recogida del sarga de su playa. Y la actividad de recogida era tan importante que la Iglesia llegó a prohibir que se realizará en domingos y días santos. Pero ¿cómo explicar tal importancia? El sargazo, recogido de junio en adelante hasta finales de año, y seco al sol, era empleado como fertilizante orgánico de las tierras. En una economía agraria en que los fertilizantes químicos no eran conocidos, este sargento se tornaba de suprema importancia para la garantía de buenas cosechas. Los Sargaceiros recogían las algas, en el borde del agua, y formaban con ellas montones a lo largo de la playa, para que pudieran secarse al sol. El paisaje y el olor de estas playas, durante la época de recogida del sargaço, eran muy especiales...

Apulia es tierra de mar y de arena, por lo que no se extraña que la antigua iglesia de esta parroquia haya sido sumergida por las arenas entre el siglo XII y el siglo XIII. En su lugar existe todavía hoy un crucero, con una lámpara de aceite que el pueblo mantiene encendida con dones individuales. El crucero de los moros fue restaurado en 1-1-1981, por un grupo de benefactores del lugar de Paredes.

A finales del siglo XVII la entonces existente Iglesia Parroquial amenazaba ruina y otra fue edificada en su lugar. Pero, por mediados de ochenta, la degradación amenazaba también este templo. Aún se le añadió la desgracia de una ola de asaltos que asoló las iglesias de la región y la que ésta no escapó, habiendo sido vandalizada en el año 1849. Ya en pleno siglo XX, en el año 1945, otro templo fue erigido en el mismo, con lazos de gusto clásico en la fachada y el cuerpo principal. Sobre este templo se decidirán, pasado el medio siglo, obras de ampliación y renovación. En el año 2000 se inauguró la actual iglesia que sirve a la parroquia.